Eso va marcando la ausencia de vivencias y recuerdos. Esos que se generan para seguir cargando las pilas. La esencia que se absorbe por las raíces de los vínculos a los lugares, a las gentes, a los amigos, la familia...Es algo que sólo se puede recargar en ciertos lugares dotados de vinculaciones. La vida fluye cual torrente imparable.
Volver a pasear por el Buitrón, ver como mana con fuerza, ir a ver como crecen las patatas en el Prao, subir a Peñarrubias....Son actos simples y dotados de una fuerza vinculante que no se puede medir en horas de permanencia.
Las tertulias a la luz de la farola, aflorando recuerdos, oliendo veranos de mies tostada.
Es la savia ambiental que emana imparable en los lugares que quieres.
Comienza septiembre.
Hay que regresar